Cuando me quedé embarazada, una de las primeras compras “grandes” que hice fue el carrito de bebé. Y, como muchas madres primerizas, lo compré con más ilusión que información. No comparé lo suficiente, no pensé en el uso real, me dejé llevar por estética y por lo que “todo el mundo decía”. Con el tiempo entendí que había cometido varios errores que, de haberlos evitado, me habrían ahorrado dinero, peso, maletero y frustraciones.
1) Elegí el carrito por apariencia, no por funcionalidad
El primer fallo fue dejarme llevar por el diseño: quería un carrito “bonito” y elegante, sin pensar si era práctico. Me fijé en colores, acabados y marcas de moda, en lugar de comprobar cosas tan básicas como el peso, la facilidad de plegado o el tamaño del chasis.
Resultado: precioso en fotos, un suplicio en el día a día.
2) No pensé en el maletero del coche ni en los ascensores
Sí, lo probé en tienda… pero en tienda todo entra, todo se mueve y todo parece fácil. La realidad llegó cuando intenté meterlo en mi coche: ocupaba medio maletero y había que sacar una rueda para lograr cerrarlo. Tampoco tuve en cuenta el tamaño del ascensor; bajar y subir era una maniobra diaria que agotaba más que el propio paseo.
3) No valoré el peso ni el manejo con una mano
Dejé pasar detalles clave: un carrito pesado es manejable en un pasillo de tienda, pero cuando llevas bolsa, bebé llorando y prisa, el peso importa —y mucho—. Lo mismo con conducirlo con una mano: pensé que “no era tan grave”. Luego descubrí que sí lo es cuando necesitas responder el móvil, sujetar la puerta o levantar la capota con el bebé dormido.
4) Compré pensando en el recién nacido, no en los meses siguientes
Otro error muy habitual: comprar para el primer mes en vez de para el primer año. Me fijé demasiado en el capazo, pero apenas valoré la silla de paseo, que es en realidad la parte que más tiempo se usa. Meses después entendí que habría sido más inteligente comprar o elegir un sistema que priorizara la comodidad y ligereza de la silla, no solo el capazo.
Si estás en esa fase ahora, te recomiendo revisar antes una comparativa real como la que tenemos en la guía de sillas de paseo, donde están explicadas ventajas según edad y uso real.
5) No comprobé el uso en ciudad real: bordillos, aceras, baldosas irregulares
El suelo de una tienda es liso, silencioso y amplio. El de la calle no. No pensé en vibraciones, bordillos, giros estrechos ni calles empedradas. Mi carrito parecía sólido pero en acera vibraba como si arrastrara una maleta con ruedas duras.
6) No pensé en dónde lo iba a guardar en casa
Parece un detalle menor hasta que llegas a casa del hospital y descubres que el carro ocupa medio salón. Ni la entrada ni el trastero lo facilitaban y cada día era moverlo —con bebé en brazos— para poder pasar.
7) Me dejé llevar por lo que otras madres recomendaban… sin que sus vidas se parecieran a la mía
Escuché frases tipo: “este es el bueno”, “yo compré este y encantada”, “ese está de moda”, “todas mis amigas tienen ese”… y caí. Pero luego entendí algo clave: no todas las maternidades son iguales. Lo que funciona en una ciudad con portales amplios y coche familiar no funciona igual si vives en pisos pequeños, camináis mucho o usas transporte público.
Lo que habría hecho distinto si pudiera volver atrás
- Comparar modelos según mi vida real, no según estética o tendencia.
- Probar plegado, peso y maniobra con una sola mano ANTES de comprar.
- Pensar más en la fase silla que en el capazo.
- Medir coche, ascensor y recibidor antes de elegir.
- Priorizar ligereza y manejo sobre acabados “premium”.
Y sobre todo, habría leído una comparativa real antes de comprar. Si estás justo en ese punto, te puede ayudar mucho revisar la guía de carritos de bebé, donde están divididos según tipo de uso: ciudad, coche pequeño, ligeros, 3 piezas, etc.
Conclusión
Comprar el primer carrito no debería hacerse con prisa ni con ojos de principiante, como hice yo. Es una de esas compras que usas todos los días, que afecta a tu espalda, a tu movilidad y a tu tranquilidad. Si evitas estos errores y eliges con cabeza, lo agradecerás literalmente cada mañana.
Y si quieres evitar mi misma curva de aprendizaje, te invito de verdad a revisar antes las guías que mencioné arriba: tanto la de sillas de paseo como la de carritos de bebé resumen justo lo que yo habría necesitado leer antes de comprar.