Pocas herramientas de belleza dan tanta guerra como unas simples pinzas de depilar. Si la punta no cierra bien, resbala; si aprieta demasiado, pellizca la piel; si el material es malo, se desafila en pocas semanas. Y muchas veces el problema no es solo la calidad, sino que estamos usando el tipo de pinza equivocado para lo que queremos hacer. En este artículo repasamos los principales tipos de pinzas de depilar y para qué sirve cada uno, para que puedas elegir con criterio. Y si al final quieres ver modelos concretos que funcionan de verdad, en nuestra guía de pinzas de depilar recomendadas tienes una selección ya filtrada por calidad, precisión y relación calidad-precio.
Qué deberías tener claro antes de elegir
Antes de entrar en tipos de punta, conviene hacerse tres preguntas muy sencillas:
- ¿Qué zona vas a trabajar principalmente? No es lo mismo perfilar cejas que retirar vello facial grueso de barbilla o labio superior.
- ¿Cómo es tu vello? Fino y clarito, muy grueso, rebelde, con tendencia a encarnarse… cada caso pide una pinza distinta.
- ¿Prioridad: precisión o rapidez? Las pinzas muy finas permiten atrapar pelitos aislados con gran precisión, pero son más lentas para repasar zonas amplias.
Con esto en mente, vamos a ver qué ofrece cada tipo de pinza.
Pinzas de punta oblicua: el “todoterreno” para cejas
Son las pinzas más populares y, para muchas personas, la opción principal. La punta oblicua o biselada combina un borde recto con una ligera inclinación, lo que facilita apoyar la pinza sobre la piel y tirar del pelo en la dirección correcta.
Son ideales para:
- Definir y perfilar la línea inferior de la ceja.
- Retirar vello medio o fino sin romperlo.
- Trabajar cómodamente incluso si no tienes demasiada práctica.
Si solo vas a tener unas pinzas, unas buenas de punta oblicua de acero inoxidable, bien alineadas y con buen agarre, suelen ser la opción más equilibrada.
Pinzas de punta recta: rápidas para zonas amplias
Las pinzas de punta recta tienen ambos lados paralelos. Son menos “quirúrgicas” que las oblicuas, pero permiten atrapar varios pelos de golpe y resultan muy prácticas para retirar vello en zonas amplias donde no necesitas un perfilado ultra preciso.
Funcionan bien para:
- Repasar la parte superior de la ceja, donde la línea no requiere tanta precisión.
- Eliminar vello fino en frente o patillas.
- Pequeñas zonas corporales donde el vello es suave.
Eso sí, al atrapar varios pelos a la vez, conviene no “emocionarse” si estás empezando, para no comer más de lo que te gustaría, sobre todo en cejas.
Pinzas de punta fina o puntiaguda: precisión máxima
Si tu problema son los pelos muy cortos, encarnados o rebeldes, las pinzas de punta fina son tus mejores aliadas. Acaban en una punta muy estrecha que se introduce mejor en la base del pelo o incluso bajo la piel (con mucho cuidado).
Son la mejor opción para:
- Vello facial muy grueso (barbilla, mentón).
- Pelos encarnados en cejas o línea del bikini.
- Eliminar uno o dos pelitos aislados sin tocar el resto.
Como contrapartida, exigen mano firme y buena luz. Si las usas sin cuidado, es fácil pinzarse la piel. Lo ideal es reservarlas como complemento a unas de punta oblicua, no como pinza única.
Pinzas de punta cangrejo (curva): acceso a zonas difíciles
Las pinzas tipo “cangrejo” tienen una punta curvada que recuerda a una pequeña garra. Ese diseño mejora mucho el acceso a ángulos complicados, por ejemplo la parte alta de la ceja o la zona del lagrimal, donde una pinza recta puede resultar incómoda.
Su forma permite ver mejor lo que estás haciendo sin que la mano tape tanto la zona. Son interesantes si sueles hacer diseños de cejas más marcados o si trabajas sobre ti misma y te cuesta llegar a ciertas áreas.
Pinzas automáticas o de presión inversa
En lugar de apretar para sujetar el pelo, estas pinzas funcionan al revés: se mantienen cerradas por defecto y tú presionas para abrirlas. Una vez sueltas, la pinza queda firmemente cerrada sujetando el vello, lo que reduce el esfuerzo en la mano durante sesiones largas.
Son útiles para:
- Personas con poca fuerza en los dedos o problemas de agarre.
- Trabajar zonas amplias de forma más relajada.
No son las más recomendables para principiantes, porque puede costar un poco acostumbrarse a la sensación “inversa”, pero para uso frecuente resultan muy cómodas.
Materiales, agarre y detalles que marcan la diferencia
Más allá del tipo de punta, hay algunos detalles que separan unas pinzas cualquiera de unas pinzas realmente buenas:
- Acero inoxidable de calidad: más resistente, fácil de desinfectar y menos propenso a deformarse.
- Alineado perfecto: cuando cierras la pinza, las puntas deben tocarse de forma homogénea, sin dejar “huecos” por donde se escape el pelo.
- Acabado antideslizante: zonas estriadas o recubrimientos que evitan que la pinza resbale con las manos húmedas.
- Tensión adecuada: si la pinza aprieta demasiado, cansará los dedos; si aprieta poco, se te escaparán los pelos.
También es buena idea apostar por marcas que incluyan tapita protectora o funda, para que la punta no se estropee en el neceser.
¿Un solo tipo de pinza o varias?
Si te maquillas poco y solo retocas la ceja de vez en cuando, puedes vivir perfectamente con unas buenas pinzas de punta oblicua. Pero si eres de las que cuida mucho el diseño de cejas, trabajas diferentes zonas del rostro o lidias con vello muy grueso, lo ideal es montar un pequeño “kit” con dos o tres tipos de pinzas:
- Oblicua de calidad para el trabajo del día a día.
- Punta fina para pelos rebeldes o encarnados.
- Recta o cangrejo para repasar zonas amplias con rapidez.
Así no fuerzas a una sola herramienta a hacerlo todo, y te resultará más fácil conseguir un acabado limpio sin irritar la piel.
Errores frecuentes al elegir pinzas de depilar
Para terminar, algunos fallos típicos que conviene evitar:
- Elegir solo por el color o el diseño: el acabado bonito está bien, pero lo importante es el alineado de la punta y la calidad del material.
- Comprar pinzas muy baratas en packs enormes: suelen venir desalineadas y acaban arrancando el pelo a tirones o rompiéndolo.
- Usar una punta inadecuada para vello grueso: con pelos muy duros, una pinza débil se abre y el pelo se escapa; mejor punta oblicua robusta o fina de buena marca.
- No desinfectarlas nunca: conviene limpiarlas con alcohol después de usarlas, sobre todo si manipulas pelos encarnados o zonas sensibles.
Conclusión: la mejor pinza es la que se adapta a tu rutina
No existe una pinza universal perfecta, igual que no existe un único tipo de ceja o de vello. La clave está en conocer los tipos de pinzas de depilar y combinar uno o dos modelos que encajen con tu rostro, tu tipo de pelo y el tiempo que quieres dedicarle. Invertir en una buena herramienta se nota desde el primer uso: menos tirones, más precisión y un acabado mucho más limpio.
Si quieres ir un paso más allá y ver qué modelos concretos funcionan mejor en cejas finas, vello grueso o pieles sensibles, en nuestra guía de compra de pinzas de depilar encontrarás comparativas, recomendaciones por presupuesto y consejos de uso para sacarles todo el partido.