Desde la pandemia el pulsioxímetro ha pasado de ser un aparato casi exclusivo de hospitales a algo habitual en muchos botiquines caseros. Es pequeño, relativamente barato y fácil de usar, pero eso no significa que debamos estar midiéndonos la saturación cada media hora. De hecho, un uso exagerado puede generar más ansiedad que tranquilidad.

Si todavía no tienes uno, o el que usas es antiguo y da lecturas poco estables, en nuestra guía para elegir pulsioxímetro para casa encontrarás modelos fiables, con pantalla clara y sensores precisos, pensados justo para este tipo de seguimiento doméstico.

Qué es exactamente la saturación de oxígeno (SpO₂)

La saturación de oxígeno es el porcentaje de hemoglobina que está transportando oxígeno en la sangre en ese momento. El pulsioxímetro lo estima colocando un sensor en el dedo y analizando cómo atraviesa la luz los tejidos. En una persona sana, en reposo, lo habitual es ver cifras alrededor de 95–99 %. Valores algo más bajos pueden ser normales en determinadas personas (por ejemplo, en quienes tienen enfermedad pulmonar crónica o viven en altitud), pero por debajo de ciertos umbrales conviene consultar con un profesional sanitario.

Es importante entender que el pulsioxímetro no sustituye a una valoración clínica completa: sólo aporta un dato más. Sí puede ser muy útil para detectar descensos mantenidos de saturación o cambios respecto a tus cifras habituales.

¿Tiene sentido usar un pulsioxímetro en casa?

Sí, siempre que se use con cabeza. En casa el pulsioxímetro puede ayudar en varios escenarios:

  • Personas con enfermedad respiratoria o cardiaca a las que su médico les ha recomendado control periódico.
  • Seguimiento de infecciones respiratorias (como gripe o COVID) para vigilar que la saturación no baje de lo deseable.
  • Situaciones puntuales de duda: sensación de falta de aire, fatiga no habitual, respiración muy rápida, etc., mientras decides si consultar.

En personas sanas, sin síntomas, medir la saturación de forma rutinaria no suele aportar gran cosa. Puede servir como referencia de tus valores normales, pero no es necesario convertirlo en un ritual diario si no hay motivo médico.

Cada cuánto conviene medir la saturación en casa

No existe una frecuencia única válida para todo el mundo. Depende de tu estado de salud, de si estás enfermo en ese momento y de lo que te haya indicado tu profesional sanitario. Aun así, podemos marcar algunas pautas generales que suelen usarse como orientación.

1. Personas sanas, sin síntomas respiratorios

Si no tienes enfermedades pulmonares o cardiacas conocidas y te encuentras bien, no es necesario medir la saturación de forma periódica. Puedes tomar alguna medición aislada para saber cuál es tu valor “habitual”, por ejemplo una mañana en reposo y otra vez tras una caminata suave, pero no hace falta hacerlo todos los días.

En este perfil, el pulsioxímetro es más bien una herramienta de “seguridad” que sacas del cajón cuando notas algo raro: tos persistente, sensación de ahogo, fiebre alta, etc. En ese caso, la lectura te puede ayudar a valorar si conviene consultar antes.

2. Enfermedad respiratoria o cardiaca crónica (control estable)

Si tienes EPOC, asma moderada-grave, insuficiencia cardiaca u otra patología respiratoria/cardiaca, es fundamental seguir las indicaciones concretas de tu médico. En muchos casos se recomienda medir la saturación 1–2 veces al día mientras estás estable, por ejemplo por la mañana y por la tarde, y anotar las cifras.

Lo importante aquí es identificar tu “rango personal” y cambios respecto a él. Una caída sostenida de varios puntos o la aparición de síntomas (más fatiga, tos distinta, hinchazón de tobillos, dificultad para hablar frases completas) son señales de alarma que deben comentarse con el profesional que lleve tu caso.

3. Infecciones respiratorias o brotes agudos

En una infección respiratoria (gripe, bronquitis, COVID, neumonía) tu médico puede recomendarte controles más frecuentes durante unos días. En esos casos se suele pautar medir la saturación 3–4 veces al día mientras haya fiebre, tos intensa o sensación de malestar general, y siempre que notes empeoramiento súbito (más sensación de ahogo, respiración muy rápida, opresión en el pecho, etc.).

De nuevo, lo clave no es una cifra aislada, sino la combinación de cómo te sientes y la tendencia de las mediciones. Si ves que las cifras van bajando respecto a días anteriores o se mantienen por debajo de los valores que tu médico considera aceptables para ti, toca consultar.

Cómo medir bien para que la lectura sea fiable

Un error habitual es tomar decisiones con lecturas que en realidad son poco fiables. Para minimizar fallos, ten en cuenta estas recomendaciones siempre que uses el pulsioxímetro:

  • Siéntate y descansa al menos 5 minutos antes de medir. Evita hacerlo justo después de subir escaleras o de una actividad intensa.
  • Quita esmalte de uñas oscuro o uñas postizas en el dedo que uses, porque pueden interferir con el sensor.
  • Mantén la mano relajada y apoyada sobre una superficie, sin mover el dedo. El movimiento es enemigo de una buena lectura.
  • Espera unos segundos hasta que la cifra se estabilice. Quédate con el valor más estable, no con el primero que aparezca.
  • Comprueba que la perfusión es buena: si tienes las manos muy frías, frótalas un poco antes o caliéntalas bajo agua templada.

También es útil anotar en un cuaderno o app la saturación junto con el momento del día, la presencia de fiebre y cómo te encontrabas. Así podrás ver la evolución y enseñar esos datos al profesional que te atienda si hace falta.

Cuándo una lectura debe hacerte consultar

Los números concretos que se consideran preocupantes pueden variar según tu situación de base, por eso siempre hay que seguir las indicaciones personalizadas de tu médico. En términos generales, se suele recomendar pedir ayuda si la saturación se mantiene claramente por debajo de los valores habituales para ti, especialmente si se acompaña de:

  • Sensación intensa de falta de aire o dificultad para hablar.
  • Respiración muy rápida o sensación de opresión en el pecho.
  • Coloración azulada de labios o uñas.
  • Somnolencia marcada, confusión o empeoramiento brusco del estado general.

En estas situaciones el pulsioxímetro no es un sustituto de la consulta, sino una pieza más de la información que aportas cuando te valoran.


Usar un pulsioxímetro en casa puede darte mucha calma si lo integras bien en tu rutina: ni obsesionarte con medir cada poco, ni dejar pasar descensos claros de saturación cuando estás enfermo. Lo importante es tener un aparato fiable, saber cuál es tu rango “normal” y seguir siempre las pautas de tu profesional sanitario. Si quieres elegir un modelo cómodo, preciso y con lectura clara, puedes echar un vistazo a nuestra selección de pulsioxímetros recomendados para uso doméstico y completar así tu botiquín de casa con una herramienta realmente útil.