Comprar o montar un PC gaming debería ser algo emocionante, pero muchas veces se convierte en una fuente de dudas y arrepentimientos. Es fácil dejarse llevar por el marketing, los nombres rimbombantes o la oferta del día y acabar con un equipo desequilibrado o que se queda corto antes de tiempo. En este artículo repaso los errores típicos al comprar un PC gaming y cómo evitarlos, para que tu dinero se traduzca en FPS reales y no en luces RGB. Y si después quieres ver configuraciones concretas y componentes recomendados por rango de precio, echa un ojo a nuestra guía de PC gaming.
1) Obsesionarse con el procesador y olvidar la gráfica
Uno de los errores clásicos es gastarse un buen pico en un procesador muy potente y luego “ahorrar” en la tarjeta gráfica. En gaming, salvo casos muy concretos, la GPU manda. Un procesador de gama media actual ya es más que capaz de mover casi todo; si lo combinas con una gráfica floja, verás que los FPS no acompañan pese a tener una CPU de gama alta.
Cómo evitarlo: piensa primero en la resolución y tasa de refresco a la que vas a jugar (1080p, 1440p, 4K, 60/144/240 Hz) y elige la gráfica en consecuencia. A partir de ahí, escoge un procesador equilibrado: no hace falta ir a por el tope de gama si no lo vas a aprovechar.
2) Comprar por marca o por nombre “gaming”, no por rendimiento real
Muchos productos llevan la etiqueta “gaming” en el nombre, pero eso no significa que sean mejores para jugar. Más bien al revés: a veces pagas el extra de marketing y acabas con un componente normalito con luces RGB. Pasa en cajas, fuentes, memorias… incluso en placas base.
Cómo evitarlo: prioriza rendimiento, calidad de componentes y garantías por encima del diseño. No te quedes solo con la marca o el nombre del modelo; mira pruebas, comparativas y especificaciones reales: VRM de la placa, certificación de la fuente, velocidad efectiva de la RAM, temperaturas de la GPU, etc.
3) Escatimar en la fuente de alimentación
La fuente es ese componente que casi nadie ve, pero que puede arruinarte el PC si falla. Un error muy típico es comprar una fuente muy barata, sin certificación decente y con amperajes justitos “porque total, da igual”. Luego llegan los cuelgues, los reinicios y, en el peor de los casos, componentes dañados.
Cómo evitarlo: elige una fuente de marca reconocida, certificación 80 Plus (Bronze como mínimo) y potencia adecuada a tu GPU y al resto del equipo, con cierto margen. Mejor una buena fuente de 650W que una genérica de “800W” que no entrega lo que promete.
4) Olvidarse de la refrigeración y el flujo de aire
Otro clásico: meter componentes potentes en una caja cerrada o mal ventilada, con solo un ventilador trasero “porque ya valdrá”. El resultado son temperaturas altas, ventiladores al 100% y un rendimiento que cae con el tiempo por los límites térmicos.
Cómo evitarlo: busca una caja con entrada de aire frontal decente (rejilla, panel perforado o malla) y al menos dos o tres ventiladores bien colocados. Valora también un disipador decente para la CPU, especialmente si es de gama media/alta o vas a jugar muchas horas seguidas.
5) Pasar del SSD o comprar uno minúsculo
En pleno 2025, montar un PC gaming sin SSD es un error importante. Aún se ven configuraciones con un HDD mecánico como único disco o con un SSD de 256 GB que se llena con dos juegos y el sistema operativo. Los tiempos de carga largos y la sensación de lentitud arruinan la experiencia.
Cómo evitarlo: como mínimo, apuesta por un SSD de 500 GB para sistema y juegos principales. Si tu presupuesto lo permite, 1 TB NVMe es un punto muy equilibrado para gaming. Si necesitas más capacidad para almacenamiento masivo, añade un HDD secundario.
6) No planificar según el monitor y la resolución
Muchos montan un PC potentísimo… para luego jugar en un monitor viejo de 60 Hz y 1080p. O al revés: compran un monitor 2K o 4K de 144 Hz y se quedan cortos con la gráfica, así que no disfrutan ni del refresco ni de la resolución.
Cómo evitarlo: antes de elegir componentes, define qué monitor tienes o cuál vas a comprar. La elección de la GPU, la CPU e incluso la RAM depende de ese objetivo. PC y monitor deben ir de la mano; si uno se queda muy por encima del otro, estás desaprovechando dinero.
7) Comprar una placa base “porque es barata” sin mirar compatibilidades
La placa base no es solo un trozo de plástico donde enchufar cosas. Determina la compatibilidad con futuras CPUs, la cantidad de RAM, los puertos M.2, la conectividad trasera, etc. Comprar la más barata sin mirar nada más puede limitarte ampliaciones o meterte en problemas de BIOS.
Cómo evitarlo: revisa bien el socket, el chipset y la lista de CPUs compatibles. Asegúrate de que admite la RAM que quieres (frecuencia y cantidad), que tiene suficientes ranuras M.2 y PCIe, y que la BIOS viene preparada para tu procesador o puede actualizarse fácilmente.
8) Pasar de la RAM o mezclar módulos “a lo loco”
Otro error habitual es quedarse corto de RAM “para ahorrar un poco” o mezclar módulos diferentes que luego dan problemas de estabilidad. Con muchos juegos actuales, 8 GB se quedan muy cortos y 16 GB es ya el mínimo razonable para gaming.
Cómo evitarlo: apunta a 16 GB como mínimo y 32 GB si haces multitarea pesada (streaming, edición, muchas pestañas abiertas). Idealmente, compra un kit 2x8 GB o 2x16 GB de la misma marca y modelo, a una velocidad recomendada para tu plataforma (por ejemplo, DDR4 3200 o DDR5 5600, según el caso).
9) Descuidar el presupuesto total (y todo se va en la torre)
Es fácil dejarse todo el dinero en la torre y luego no tener para teclado, ratón, auriculares o un buen monitor. O al revés: pasarte de presupuesto porque vas sumando pequeños extras sin control. El resultado es un equipo que o bien se queda cojo en periféricos, o directamente se sale del presupuesto que tenías en mente.
Cómo evitarlo: marca un presupuesto máximo global y reparte: torre, monitor y periféricos. A partir de ahí, juega con los componentes de la torre hasta cuadrar la cifra. Recuerda que un ratón decente, un teclado cómodo y un monitor adecuado influyen mucho en la experiencia de juego.
10) No pensar en el futuro (ampliaciones y vida útil)
Por último, un error muy común es comprar justo lo que necesitas hoy sin pensar en que los juegos seguirán pidiendo más recursos. Un equipo totalmente cerrado a ampliaciones obliga a cambiarlo entero antes de tiempo.
Cómo evitarlo: dentro de tu presupuesto, intenta dejar un mínimo margen de crecimiento: una placa con algún puerto M.2 libre, slots de RAM disponibles, una fuente que soporte una GPU un poco más potente en el futuro, etc. No hace falta sobredimensionar todo, pero sí evitar configuraciones que ya nazcan ahogadas.
Montar o comprar un PC gaming tiene su curva de aprendizaje, pero si evitas estos errores típicos tendrás un equipo equilibrado, silencioso y listo para muchos años de juego. Dedica un poco de tiempo a planificar, compara componentes y no te quedes solo con el brillo del RGB. Y si quieres ir “a tiro hecho” con configuraciones completas y recomendaciones por presupuesto, en nuestra guía completa de PC gaming encontrarás listas de componentes y explicaciones pensadas para que no malgastes ni un euro.